EL AÑO 2012 PARA JAMES HORNER

2012 ha sido un año en el que James Horner nos ha hecho recordar aquellos ochenta o noventa en los que acostumbraba a componer la música de tres, cuatro o incluso más películas (o casi una docena, como 1993). Tres han sido los scores que hemos podido disfrutar: Black Gold, The Amazing Spiderman y Cristiada, si bien solo el segundo trabajo fue compuesto en el año que termina. De cualquier manera, el aficionado al compositor californiano ha podido disfrutar en febrero, junio y septiembre, de las últimas bandas sonoras de Horner. Mucho mejor que los recientes años, en los que nos hemos tenido que conformar con una partitura por año, o dos a lo sumo.
 
 
La primera de la bandas sonoras en “saltar al ruedo” fue Black Gold, dirigida por Jean-Jacques Annaud, y en la que Horner ha tenido la oportunidad de componer a la vieja usanza, para una película, que en contra de la tendencia digital, abunda en los dominios analógicos del séptimo arte. Horner se centró en la figura del personaje principal de la historia, un príncipe árabe que es separado de su padre natural, justo cuando bajo la arena del desierto comienza a aflorar ese oro negro del que habla el título: el petróleo. Su padre adoptivo abogará por la modernización del mundo árabe que las nuevas riquezas naturales le pueden procurar, mientras su padre de verdad representará el viejo Islam. El protagonista interpretado por Tahar Rahim, Auda, emprenderá un viaje que lejos de llevarle de un mundo árabe al otro, le mantiene entre ambos.
 
Y es donde Horner clava la música para la película, al establecer dos temas principales, que aunque con desigual presencia, representan ambos mundos árabes, el anticuado y el moderno, el que está por venir. El de mayor presencia, que aparece ya desde el primer corte de la película, es el más clásico de los dos, con un “sabor” árabe inconfundible, que lo relaciona con la idea que tenemos del mundo árabe, en lo que a música se refiere, y cuyas bases fueron puestas por Maurice Jarre en Lawrence de Arabia. Y eso dependiendo de las orquestaciones, porque como es marca de la casas cuando se habla de James Horner, éstas son tan variadas que el tema nunca suena de la misma forma, y solo en su versión más prolongada, y que acompaña secuencias de transición, más bien al principio de la cinta, con grandes planos secuencia, nos recuerda al tratamiento que del mundo árabe hizo Jarre.
En otras ocasiones, el tema suena a raíz del piano, y de instrumentos de viento, para acompañar los diálogos, y sobre todo los momentos de introspección del protagonista, en ese debate interno que se trae, entre los dos mundos, los dos padres, y una chica de por medio. Por otra parte, Horner asocia el otro tema al mundo antiguo, a su padre verdadero, interpretado por Mark Strong, por cierto, en la mejor actuación de la cinta. Es un tema mucho más pausado, lleno de nostalgia e incluso tristeza, y adquiere sus mejores interpretaciones con el acompañamiento étnico. Este tema adquiere protagonismo hacia la mitad de la película, justo antes de que el protagonista se embarque en su particular travesía por el desierto.
En definitiva, Oro Negro nos trae un complejo, aunque no por ello atractivo score, quizá para la mejor de las tres películas para las que Horner ha puesto música en 2012.
 
Solo unos meses después, Horner se mete de lleno en la penúltima revisión del clásico del cómic Spiderman, esta vez con Marc Webb, quién fue el principal valedor de la contratación del músico de Los Ángeles. Eso sí, no sin que antes Horner se asegurase que lo que querían los productores y el director era una banda sonora al estilo “clásico”, como sucedió un año antes con otra cinta de Sony, The Karate Kid. El enfoque es radicalmente diferente al de Black Gold, y la paleta de colores, ya de entrada, incluye el sonido electrónico de obras recientes como Avatar, y también la mencionada The Karate Kid. Todo con la óptica “horneriana”, donde un tema principal sirve de vehículo de la historia. Se trata de una fanfarria a la vieja usanza, ejecutada a los metales, y de cariz heróico. El gran acierto del score de Horner, y la primera vez en años que un héroe de Hollywood campa a sus anchas por las pantallas con un tema de trompetas sonando de fondo.
 
Horner no para ahí, y escribe un rico tema de amor, y otro más para el protagonista Peter Parker, y ambos se relacionan y juguetean para describir los cambios emocionales en la personalidad de Spiderman. A Horner le motiva mucho más este aspecto de la vida del héroe, mientras que en la acción se divierte con su fanfarria heróica, a la que dota en ocasiones del acompañamiento de los coros para conseguir un resultado mucho más épico, con el acompañamiento de los sintetizadores. En la música de acción, Horner se da un festín, consiguiendo algunos de los momentos más vibrantes de los últimos años en lo que a música de este tipo se refiere. Cualquier fase final de la partitura (Oscorp Tower) puede compararse con, por ejemplo, el tema de acción final de Black Gold (Battle in the oil fields), para admirar dos estilos totalmente diferentes a la hora de componer. Parece mentira que se trate del mismo compositor, los dos con melodía y ritmo, uno con redobles y el otro con sintetizadores. Para admirar, simplemente.
 
La última de las bandas sonoras de las que el aficionado ha tenido noticias ha sido For Greater Glory, originalmente titulada Cristiada, y para la que Horner compuso un score que se puede definir de “maestro”. Con un gran contenido temático, la banda sonora se beneficia de la localización mexicana para añadir guitarras, harpas paraguayos, y trompetas, a un conjunto de por sí espectacular y variado. Tres temas, nada menos, rivalizan en importancia dentro del score. A cada cual más hermoso. El que primero aparece, y que acostumbra a ser llevado por la voz de la catalana Clara Sanabras, represente a la Fe, y contiene un poema también de gran belleza que, escrito por Horner, ha adquirido cierta popularidad en las redes sociales y foros de Hispanoamérica. El momento clave para la resolución de este tema, durante el martirio de José, es uno de los encuentros entre la música y la imagen, más bellos compuesto por Horner en toda su carrera. Y es mucho decir.
El segundo de los temas es el que emplea el compositor para narrar la historia de los Cristeros, esa congregación repentina de católicos para luchar por sus creencias desde las montañas a las que las leyes de México les han confinado. Es un tema directamente relacionado con un tema secundario de Las cuatro plumas (Shakar Kapur, 2002), aunque llevado a un nivel antes desconocido, con la interpretación impecable de la orquesta de Londres, que hace que su repetición de notas alcance grandes cotas de romanticismo y epicidad.
 
El tercero de los temas es el de la lucha Cristera, mucho más alegre que los demás, y que a pesar de aparecer cientos de veces a lo largo del score, nunca lo hace de la misma forma, haciendo de la banda sonora una auténtica delicia. Uno de los mejores trabajos de Horner, a la altura de sus grandes obras, y sin duda uno de los mejores scores que han sido compuestos en 2012.
Por la calidad de las obras, este año debe ser siempre recordado por los aficionados a la música de cine. El año en que Horner agradó a los amantes del cine de palomitas, del cine intimista, y de la grandes épicas. Y en todos esos registros, el compositor californiano se mostró espléndido, posiblemente en una etapa de su carrera en la que elige cuidadosamente cada proyecto en el que se involucra. Podremos echar de menos aquellos atractivos rellenos de El informe Pelícano (1993), Rescate (1996) o Plan de vuelo (2005), pero no podríamos vivir sin El hombre sin rostro (1993), The Spitfire Grill (1996), o El nuevo mundo (2005). De la clase de estas últimas son todas las de 2012.
Scroll al inicio