ORO NEGRO: PRIMERAS IMPRESIONES

El evento de noviembre es el lanzamiento de la nueva película de Jean-Jacques Annaud, Oro Negro, que cuenta con la música de James Horner. El pasado miércoles 2 de noviembre, fuimos a Le Havre, donde la película fue proyectada por primera vez al público francés. Esta fue para nosotros una oportunidad para descubrir el último trabajo del compositor, y también para encontrarnos con el director quien, una vez proyectada la película, se ofreció para responder a las preguntas del público.

 
LA PELÍCULA
Bajo el implacable cielo del desierto, dos líderes en conflicto se enfrentan cara a cara.
El victorioso Nesib, emir de Hobeika, establece sus condiciones de paz a su rival Amar, sultán de Salmaah. Ambos acuerdan que ninguno podrá reclamar la desértica area que separa sus tierras, llamada el Cinturón amarillo. Como compensación, Nesib adoptará a los hijos de Amar, Saleeh y Auda, como garantía de que ninguno de los dos invadirá las tierras del otro.
Doce años después, Saleen y Auda se han convertido en pequeños hombres. Saleeh, el guerrero, intenta escapar de su jaula de oro y volver con su padre. Mientras tanto, la única preocupación de Auda son los libros y la búsqueda del conocimiento. Un día, su padre adoptivo Nesib recibe la visita de un americano de Texas, quien le cuenta al emir que su tierra está bendecida por el petróleo y le promete más riquezas de las que podría imaginar.
Nesib imagina una serie de infinitas posibilidades: un reino con carreteras, escuelas y hospitales, todo pagado por el oro negro que yace bajo las arenas. Sólo hay un problema: el petróleo se haya en el Cinturón amarillo.
El escenario queda preparado para un épico enfrentamiento por el control del Cinturón amarillo, de ambos reinos, y del futuro.
 
 
Al igual que Enemigo a las Puertas, Oro Negro es una película notable por su significado y las ideas que desarrolla.
Más allá de la espectacularidad de algunas escenas, de la capacidad del director de utilizar escenas reales, de mostrar los momentos más íntimos, o su habilidad para mantener la fluidez de la narración durante los 128 minutos que dura esta inmersión en el desierto, la historia destaca por sugerirnos una serie de pensamientos sobre las relaciones entre la cultura oriental y occidental: el cambio hacia el progeso y las costumbres de la primera, contra las objeciones al cambio promulgadas por los textos religiosos de la segunda. Además, temas como el dinero, el estatus de la mujer, la libertad, la familia, la fé e incluso la medicina, son objeto de un cuidadoso estudio, no exento de un placentero humor que nos proporciona el papel humorístico del médico.
Aunque la historia esté fechada en los años 30, el discurso podría ser adapatado a la situación geopolítica actual, no solo con la explotación del petróleo de Oriente Medio, sino también con la revolución árabe de 2011 y su búsqueda de la libertad. La última escena y su relevancia tienen un gran significado e indican que nada ha cambiado actualmente: el dinero es lo único que manda en el mundo, en detrimento del amor y la familia.
 
 
LA MÚSICA
Diecisiete meses… este es el tiempo transcurrido, desde Karate Kid, para volver a escuchar un nuevo trabajo de James Horner. Tan largo como una travesía por el desierto. Al principio de la película, nuestra paciencia por la espera queda satisfecha por un momento mágico: durante más de dos minutos, los nombres del reparto aparecen sobre una pantalla negra, dejando todo el protagonismo a la música. Conforme ésta se va desarrollándo, James Horner nos dirige hacia la película, tal y como si nos abriese una ventana al desierto, mediante el contraste entre la cálidad voz de Fahad Al Kubaisi (similar a la de Rahat Nusrat Fateh Ali Khan en Las Cuatro Plumas) y el sonido frágil y claro del piano. Las emociones afloran incluso antes de que la primera imagen aparezca. Los primeros veinticinco minutos de la película confirman esta primera impresion: la música, siempre presente, ayuda al director a introducir a los personajes y la trama. El hecho de que no hay ni un silencio o pausa indica que el director confía plenamente en la capacidad del compositor.
Entonces, tal y como sucede en Karate Kid y su gran diversidad de orquestación, James Horner nos muestra un amplio abanico de colores a través de los cien minutos de música compuesta para la película: solemnidad (mediante un largo y bello solo de Corno Francés) cuando los dos hijos, Saleeh y Auda, son separados de su padre, sensibilidad conforme van creciendo en los jardines de Hobeika, la belleza de los vastos espacios cuando un aeroplano vuela sobre la ciudad, la ironía de mostrar como Nesib (Antonio Banderas) gasta su dinero de forma generosa y se vuelve aún más rico al traicionar el pacto que hizo con su rival Amar (Mark Strong), padre de los niños…
Esto es lo primero a destacar: James Horner transmite de forma magistral todas las emociones de cada escena de la película, incluso cuando algunos fragmentos de la música son reutilizados para diferentes momentos: los violines que escuchamos en el trailer (a partir de 1’26), son escuchados de nuevo hasta cuatro veces para ilustrar momentos trágicos, como las cuerdas agitadas (1’03) seguidas de los atronadores trombones (1’14), que son escuchados siempre que hay alguna amenaza.
El segundo hecho a destacar es que Oro Negro puede ser, de entre todos los trabajos del compositor, el que más se basa en la repetición de un mismo tema principal durante toda la película. Este tema, con una pequeña reminiscencia a un motivo de Mahler (ya escuchado en SneakersBaltoApollo 13 y Titanic), y que fue completamente desarrollado en Enemigo a las Puertas, continúa aquí su desarrollo dentro del repertorio del compositor. El significado este tema, el mismo que en las películas anteriores, sugiere el sufrimiento del cuerpo y el alma, o el punto que separa la esperanza de la desesperación. Estos momentos son frecuentemente subrayados en Oro Negro, sobre todo cuando los personajes, perdidos en el desierto, mueren uno tras otro por la sed. Sin embargo Oro Negro amplía esta migración temática, ya que entre sus numerosas variaciones James Horner hace que este tema sea el protagonista, le infunde su propio lenguaje y desarrolla nuevos colores para él, como el amor de un príncipe y una princesa, la alegría que se sienta al encontrar agua, una épica carrera de caballos, etc. Al final de la película, este casi adictivo tema queda en nuestras mentes y nos recuerda todas las emociones que hemos sentido durante su visionado.
 
Hay otros dos temas a destacar: el primero utilizado cada vez que la se hace mención a la infancia y a la pérdida de una persona querida: un piano o un solo de violín con una melodía reminiscente de Casper’s Lullaby, acompañados de la voz del intérprete Catarí, establecen un hermoso e íntimo momento. El segundo, un motivo ya utilizado en Troya (en The Wooden Horse And The Sacking Of Troy, alrededor del minuto nueve) que es escuchado para enfatizar la búsqueda del poder.
 
Todo lo valioso solo puede ser conquistado mediante el amor y la sangre”, dice el personaje principal de la película.
James Horner, que se enamoró de las imágenes que su amigo Jean-Jacques Annaud creó durante su larga estancia en las dunas del desierto de Túnez, elabora un score majestuoso y de un mérito considerable, en total consonancia con las imágenes y las ideas de la película.
Nota: podemos escuchar el famoso motivo de las cuatro notas (utilizado de forma similar al del final de Harry’s Resignation en Las Cuatro Plumas) cuando la muerte de un personaje es anunciada en la segunda escena de la película.

 

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